Este tiempo se llama así porque dura cuarenta días. En la Biblia, el 40 es un número simbólico. Como ejemplos, tenemos los 40 días que duró el diluvio, o los 40 años que pasó el pueblo judío atravesando el desierto hacia la tierra prometida. O bien, los 40 días de oración y preparación que tuvo Cristo antes de iniciar su misión salvadora, ejemplo que nos ilustra de mejor manera lo que debe significar este tiempo.
¿Cuándo inicia la Cuaresma?
La Cuaresma cambia de fecha cada año, toda vez que la Pascua no tiene una fecha fija. La Pascua se celebra el primer domingo de luna llena de primavera, lo que significa que esta fecha depende del movimiento de la luna. Una vez que ya se tiene prevista la fecha de la Pascua, se hace la cuenta de los días hacia atrás y así se llega al inicio de la Cuaresma: Miércoles de Ceniza.
¿Por qué nos ponemos la ceniza el Miércoles de Ceniza?
En el pueblo judío, la ceniza significaba penitencia, arrepentimiento, e incluso, luto. De manera que el ponernos ceniza en la cabeza o en la frente es reconocer y expresar nuestro dolor por el pecado. Es decir, que la ceniza tiene un sentido penitencial.
Esto, además, nos recuerda el libro del profeta Jonás. Después de que él predicó a los pecadores, éstos se convirtieron, y para mostrar su arrepentimiento e implorar la misericordia de Dios, se pusieron ceniza en la cabeza.
La ceniza que se nos impone en la cabeza se obtiene de la quema de las palmas del Domingo de Ramos del año anterior.
¿Qué hacer durante la Cuaresma?
Es un tiempo especial de oración, reflexión y revisión de vida para descubrir qué tenemos que cambiar o mejorar. Pero también es un tiempo para ser más misericordiosos, y es que no basta dejar a un lado la maldad, sino hacer que la bondad supere la maldad.
En concreto, lo que hay que hacer es tratar de cumplir con las tres propuestas que nos hace la Iglesia: limosna, oración y ayuno. También hay que hacer obras de misericordia, tanto espirituales como corporales, para tratar de acrecentar nuestra cercanía con Jesús nuestro Señor.
Un día, Abraham llamó a su fiel
siervo Eliezer. Necesitaba que hiciera un trabajo muy importante. Debía salir
de la tierra de Canaán y encontrar una novia para su hijo Isaac. Abraham
entendía lo importante que era esa misión, pero confiaba en su siervo Eliezer.
¡Sabía que él era el hombre indicado para esa tarea!
Eliezer reunió diez camellos de
Abraham, junto con oro y todo lo que necesitaría para el viaje. No tenía idea
de cómo encontrar una novia para Isaac, pero confió en Dios y emprendió su
jornada.
Eliezer pronto llegó a
Mesopotamia, cerca de la ciudad de Nacor. Tenía que tomar una decisión: ¿debía
recorrer el lugar y buscar a la muchacha más hermosa de la ciudad o
encomendarle todo a Dios para que Él decidiera quien se casaría con Isaac?
El gran siervo Eliezer escogió
correctamente: decidió encomendárselo a Dios. Poco después, llegó a un pozo a
las afueras de la ciudad, donde empezó a orar:
—He aquí yo estoy junto a la
fuente de agua, y las hijas de los varones de esta ciudad salen por agua. Sea,
pues, que la doncella a quien yo dijere: Baja tu cántaro, te ruego, para que yo
beba, y ella respondiere: Bebe, y también daré de beber a tus camellos; que sea
ésta la que tú has destinado para tu siervo Isaac…
Eliezer oró para que la muchacha
elegida le ofreciera agua y, no solo a él, sino también a sus camellos.
En ese momento, mientras oraba,
una hermosa joven se acercó al pozo. Cuando llenó su cántaro, Eliezer corrió
hacia ella.
—Te ruego que me des a beber un
poco de agua de tu cántaro —le pidió Eliezer.
—Bebe, señor mío —contestó la
hermosa Rebeca.
Seguro Eliezer estaba sonriendo
mientras bebía del cántaro de Rebeca. ¿Era ella? ¿Había el Señor contestado su
oración tan rápido? Él sabía que, si ella era la elegida para Isaac, también
les ofrecería agua a los camellos.
Entonces ella dijo las palabras
correctas:
—También para tus camellos sacaré
agua, hasta que acaben de beber.
Eliezer se paró y observó a la
hermosa Rebeca mientras les dio de beber a los camellos hasta que se saciaron.
Dios había respondido su oración: ¡Él había enviado a Rebeca para que fuera la
novia de Isaac!
Eliezer quedó totalmente
convencido de que ella era la elegida, así que le explicó por qué estaba allí y
le contó todo respecto a Abraham y su hijo, Isaac.
Rebeca creyó todo lo que Eliezer
le dijo y confió en que él la cuidaría durante al viaje hacia su futuro esposo,
Isaac.
Debió ser un viaje emocionante
para la joven Rebeca. Eliezer debió contarle todo lo que sabía de Isaac y
asegurarle que era una gran persona y que sería un esposo maravilloso. Rebeca
se emocionaba cada vez más, ¡hasta que finalmente llegó el día en que lo vio
por primera vez!
Isaac había salido al campo cuando
sus ojos se encontraron. Fue amor a primera vista y todo gracias a que el
siervo fiel de Abraham, Eliezer, y Rebeca confiaron en Él. Esta es una historia
maravillosa que nos representa a nosotros hoy en día. Al igual que
Rebeca, debemos escuchar al mensajero (Jesucristo), creer lo que nos
dice y prepararnos para encontrarnos con Él
Podemos leer la historia de Rebeca
en el capítulo 24 de Génesis.
La parábola de la oveja perdida habla de un hombre que
tenía cien ovejas. Un día, una de esas ovejas se perdió. El hombre, al darse
cuenta, dejó a las otras 99 ovejas en las colinas y fue en busca de la oveja
perdida. El hombre representa a Dios, y nosotros somos las ovejas. A los ojos
de Dios, somos como ovejas valiosas y amadas por su pastor, y él desea que todos
seamos parte de su rebaño.
La enseñanza central de la parábola es el profundo amor
que Dios tiene por cada ser humano. De la misma forma en la que el hombre salió
en busca de la oveja descarriada, Dios anda buscando a los que se desvían de su
camino.
Encontramos el texto de esta parábola en Mateo 18:12-14 y
en Lucas 15:3-7. Aunque la parábola es básicamente la misma en esos dos textos,
la oveja perdida en Mateo parece referirse a un cristiano que se desvía
momentáneamente del camino del Señor. En Lucas, la oveja perdida parece ser
alguien que se arrepiente de sus pecados y decide seguir al Señor.
La parábola en Mateo 18, 12-14
12 ¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y una
de ellas se pierde, ¿no deja las otras noventa y nueve y va por los montes a
buscar la que se ha perdido? 13 Si llega a encontrarla, de cierto les digo que
se regocijará más por aquélla, que por las noventa y nueve que no se perdieron.
14 Del mismo modo, el Padre de ustedes, que está en los cielos, no quiere que
se pierda ninguno de estos pequeños. (Mateo 18, 12-14)
Dios valora a cada persona, niños, adultos, jóvenes,
ancianos: todos somos importantes para él. Dios es el pastor amoroso que cuida
de sus ovejas y cuida de cada una individualmente. Si una se desvía, no la
ignora, sino que va tras ella hasta que logra traerla nuevamente al redil.
Así mismo, Dios desea que valoremos a cada persona y que
nos interesemos en buscar a los que se desvían del camino del Señor. Una vez
regresan al redil, debemos regocijarnos y tratarlos con cuidado y amor.
Jesús es mi Mejor Amigo especial! Quizás estás pensando,
“¿Por qué decimos que Jesús es nuestro Mejor Amigo especial?”
Jesús
me Conoce
Jesús es mi Mejor Amigo especial porque El me conoce
mejor que nadie. Él es Dios, y El conoce todo de mí. ¡El hasta conoce mis pensamientos!
¡Soy muy importante para Jesús! Quizás no sea importante
para algunas personas, pero Jesús realmente se preocupa por mí. Él sabe hasta
cuantos cabellos tengo en mi cabeza. ¡Los tiene todos contados! Él dijo, “…Pues
aun vuestros cabellos están todos contados” (Mateo 10:30).
Jesús
me Ama
Un mejor amigo es aquel que te ama tal y como eres y aun
así te ayuda a desarrollarte lo más que puedas. Jesús es mi Mejor Amigo
especial porque nadie me ha amado como El me ama. Él me amó tanto que dio Su
vida por mí. Y El me ama hoy igual como me amaba en ese entonces. Jesús dijo,
“Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos” (Juan
15.13)
El Señor Jesús me ama tal y como soy, pero me ama
demasiado como para dejarme como estoy. Él vive en mí y me está haciendo como
El día tras día. El conoce mis faltas, pero me ama y nunca dejará de amarme.
Jesús
quiere lo Mejor para mí
Jesús es mi Mejor Amigo especial porque El solo quiere lo
mejor para mí. El me guiará en tomar decisiones si le pido Su ayuda y confío en
Él.
En Su Palabra, la Biblia, el Señor Jesús me dice las
cosas que debo de hacer, como obedecer a mis padres y maestros. También me dice
las cosas que no debo de hacer, como decir mentiras y cosas hirientes a otras
personas.
¿Y qué de las cosas que no son mencionadas en la Biblia?
En ese caso debo preguntar: “¿A Jesús le gustaría verme hacienda esto?” Si
pienso que no le gustaría verme haciendo eso, entonces ¡NO debo hacerlo!
Jesús
siempre tiene Tiempo para mí
Jesús es mi Mejor Amigo especial porque Él siempre tiene
tiempo para mí. Puedo hablar con Él en cualquier momento. Puedo hablar con Él
en cualquier lugar. Nadie se preocupa por mí como Jesús. Él quiere que yo vaya
a Él por cualquier cosa que me preocupe.
Jesús
nunca Cambia
Jesús es mi Mejor Amigo especial porque Él es siempre el
mismo. En el pasado he tenido amigos y de alguna manera cambiaron y ya no somos
amigos. ¡Pero Jesús nunca cambia! La Biblia dice, “Jesucristo es el mismo ayer,
y hoy, y por los siglos” (Hebreos 13:8).
El Señor Jesús es siempre la misma Persona maravillosa
que me ama con todo Su corazón. Siempre está ahí para escucharme, ayudarme,
animarme. Es realmente el mejor amigo que pudiese tener.
Jesús y yo somos “Mejores Amigos Por Siempre”, pero nunca
debo olvidar quién Él es. Él es mi Salvador, mi Señor, mi Dios, y lo trato con
respeto y reverencia. No le llamo “el hombre de allá arriba”.
ACTIVIDAD:
El Día de San Valentín, también conocido como Día del Amor y la Amistad, es una festividad para celebrar el amor entre parejas y entre amigos.
El Día de San Valentín o Día de los Enamorados, se celebra el 14 de febrero en casi todos los países. En Colombia, sin embargo, también se celebra el Día del Amor y la Amistad el tercer domingo de septiembre.
Una fecha especial para que los enamorados y amigos se expresen su amor y cariño. Es tradición hacer regalos (flores, bombones), dedicar tarjetas y escribir cartas y mensajes para expresar el amor.
En parte, estas tradiciones contribuyen a que esta celebración vaya perdiendo su espíritu original y se convierta en una celebración con espíritu comercial.
Origen de San Valentín
Existen varias historias sobre el origen del Día de San Valentín. Una de la más popular cuenta que, durante el Imperio Romano, el emperador Claudio II prohibía a los soldados contraer matrimonio, pues consideraba que los hombres solteros rendían mejor en la batalla.
Un obispo, de nombre Valentín, consideraba esta prohibición injusta, y, contraviniendo la orden del emperador, casó parejas en secreto, entre otras cosas, para salvaguardar el sacramento del matrimonio. Al ser descubierto por el césar, fue encarcelado.
En prisión, Valentín fue ridiculizado por su carcelero, quien lo desafió a que le devolviera la vista a su hija ciega, lo cual Valentín hizo en nombre del Señor.
Se dice que el 14 de febrero Valentín fue ejecutado, de allí que hasta el día de hoy se celebre este día la fiesta de San Valentín.
Otra historia cuenta que, en realidad, la Iglesia católica creó el Día de San Valentín para acabar con la tradición pagana de las fiestas lupercales, que constituían un rito para la fecundidad.
La señal de la Cruz es un gesto precioso por su historia, por su significado y por su poder.
Es la señal de mi fe; muestra quién soy y lo que creo. Es el resumen del Credo. Es la señal de mi agradecimiento. Tengo que hacer con amor y emoción este gesto que me recuerda que Jesús ha muerto por mí. Es la señal de mi intención de obrar, no para la tierra, sino para el Cielo. Al hacerla, y pronunciando estas misteriosas palabras
-"EN EL NOMBRE DEL PADRE Y DEL HIJO Y DEL ESPÍRITU SANTO" me comprometo a obrar:
- en el nombre del Padre que me ha creado,
- en el nombre del Hijo que me ha redimido,
- en el nombre del Espíritu Santo que me santifica. En una palabra: a actuar como hijo o hija de Dios.
Este signo es la señal de la consagración de toda mi persona.
Al tocar mi frente: «rezo a Dios todos mis pensamientos.
Al tocar mi pecho: consagro a Dios todos los sentimientos de mi corazón.
Al tocar mi hombro izquierdo: le ofrezco todas mis penas y preocupaciones.
Al tocar mi hombro derecho: le consagro mis acciones.
La señal de la Cruz es en sí misma fuente de grandes gracias. Debo considerarla como la mejor preparación a la oración, pero ya es en sí misma una oración, y de las más impresionantes. Es una bendición.
EN EL NOMBRE DEL PADRE (DEL PADRE)
EN EL NOMBRE DEL HIJO (DEL HIJO)
Y EN EL NOMBRE DEL ESPÍRITU SANTO,
NOS SALUDAMOS LOS HIJOS DE DIOS.
EL PADRE ES EL QUE PENSÓ EN CREARNOS,
EL HIJO NOS ENSEÑA CÓMO AMAR
Y EL ESPÍRITU SANTO QUE VIENE A AYUDARNOS
A QUE TODOS VIVAMOS EN PAZ.
Y EL ESPÍRITU SANTO QUE VIENE A AYUDARNOS
A QUE TODOS VIVAMOS EN PAZ.
Descubre este precioso cuento infantil sobre la
solidaridad escrito por Teresa del Valle Drube. La familia de ardillas ayudará
a sus amigos ante el peligro que acecha en el bosque. La solidaridad es un
valor importantísimo para inculcar en nuestros niños, solo así aprenderán la
importancia de compartir con los menos favorecidos parte de lo que ellos
tienen.
Compartir es el acto de participación recíproca en algo, ya
sea material o inmaterial. Lleva implícito el valor de dar (la generosidad) y
de recibir, aceptar o acoger lo que otra persona ofrece.Para una persona es importante recordar que
para poder recibir es fundamental DAR!!!!
Nos ofrece un modo de vida basado en las Bienaventuranzas “Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios” Mt 5,9.
Nos dio un mandamiento “Amaos los unos a los otros” Jn13, 34.
Y continúa con nosotros y nosotras deseando que “La Paz esté con vosotros”Lc 24, 36.
“Paz” es una palabra muy común en español que significa distintas cosas para diferentes personas. Es también una palabra muy importante en la Biblia la cual no solo se refiere a la ausencia de conflicto, sino también a la presencia de algo más.
La paz bíblica tiene que ver con la plenitud o integridad y vino a la Tierra en la persona de Jesús, el Príncipe de Paz.
Creo que no somos
conscientes del bien que puede hacer en nuestros niños y adolescentes la
espiritualidad de la Infancia Misionera. El próximo 19 de enero celebraremos su
Jornada en España. El obispo que la “inventó” y promovió, Mons. de
Forbin-Janson, quería, a través de esta Obra, hacer descubrir a los pequeños
que ellos también eran responsables de que Jesús fuera conocido y amado por
todos esos niños que, desgraciadamente, no han tenido todavía la posibilidad de
oír del amor de Dios.
Los niños deben saber que la
Iglesia depende también de ellos y que la tarea fundamental que la Iglesia
realiza, que es la evangelización, es suya, es parte de su compromiso de amor
con Jesús. Por eso, si el pasado 2024 el lema era “Comparto lo que soy”, este
año, para darle continuidad, proponemos “Comparto lo que tengo”. El niño, el
adolescente, el joven, como el adulto o el mayor, puede y debe compartir lo que
es: su fe, su amor a Dios y al prójimo, su pertenencia a la Iglesia… Y puede y
debe compartir también lo que tiene: su alegría, su oración, su cariño y
también, ¿cómo no?, su aportación económica.
Evidentemente, si la ayuda
monetaria que podemos ofrecer desde España a los territorios de misión fuera
exclusivamente lo que los niños pueden aportar, nuestro apoyo sería muy
pequeño. Por eso contamos también con lo que se recauda en las parroquias, lo
que aportamos los adultos…; y es importante, sin duda. Pero es fundamental,
además de una alegría, ver cómo los más pequeños también se sienten parte de
esta campaña; y, cuando se les involucra, entienden muy bien que la Iglesia, en
este caso, las misiones, no puede prescindir de ellos y de lo que ellos pueden
aportar. No es tanto la cantidad, siendo esta algo importante: es la calidad.
Como decía santa Teresa de Calcuta, “hacer cosas pequeñas con un gran amor”.
“Comparto lo que tengo” es
descubrir a los niños que no es indiferente que ayuden o no, que recen o no,
que animen a otros a participar de la Jornada o no… Dios quiere, sin duda,
contar con ellos y valora cada gesto y cada acto de generosidad que puedan
ofrecer, por pequeño que pueda parecer.
Por eso he comenzado
diciendo lo importante que es y el bien que puede hacer el carisma de la
Infancia Misionera en la formación y educación cristiana de nuestros niños y
niñas. Es implicarles en la universalidad de la Iglesia, que se extiende mucho
más allá de nuestras parroquias, colegios y grupos de fe. Es mostrarles la
realidad de tantos niños y niñas que hay en el mundo, que no tienen las
oportunidades ni las facilidades de vivir su fe, su vida cristiana, su
pertenencia a la Iglesia que tenemos en nuestras ciudades y pueblos. Es
ayudarles a descubrir que de ellos depende también que la evangelización siga
avanzando y profundizándose en los lugares más recónditos e insospechados.
¡Descubre la historia de Pepe y Lola! Ellos son los
protagonistas de este cortometraje para la Jornada de Infancia Misionera 2025,
que lleva por lema "Comparto lo que tengo".