Débora fue una de las jueces de Israel durante una época
de opresión. Fue llamada profetisa y esposa de Lapidot. El Señor habló a través
de ella mientras ejercía su función bajo un árbol llamado "la palma de
Débora" en Efraín. El Señor también la utilizó para liberar a su pueblo y
derrotar al rey de Canaán. La historia de Débora se encuentra en Jueces,
capítulos 4 y 5.
Débora fue la única mujer juez de Israel. Algunos
estudiosos han sugerido que su posición como juez fue un juicio sobre los
hombres con poca voluntad de Israel. Como los hombres de Israel no estaban
capacitados para juzgar, Dios escogió a una mujer para el trabajo, en parte
para avergonzar a los hombres que deberían haber asumido el liderazgo. Otros
comentaristas creen que el papel de Débora como juez era una señal de la
presencia de Dios en medio de Su pueblo oprimido y maltratado.
Cuando Débora se convirtió en juez, los israelitas
estaban subyugados desde hace 20 años por Jabín, rey de Canaán. El comandante
del ejército de Jabín se llamaba Sísara, y tenía 900 carros de hierro, armas
temibles contra los soldados de infantería de Israel (Jueces 4, 3). Los
israelitas fueron tratados con mucha crueldad por Sísara y su ejército, y el
espíritu de Israel estaba muy decaído. Débora describe las dificultades de
vivir bajo Jabín y Sísara de esta manera: "Quedaron abandonados los
caminos, y los que andaban por las sendas se apartaban por senderos torcidos.
Las aldeas quedaron abandonadas en Israel, habían decaído" (Jueces 5, 6-7).
En otras palabras, la gente tenía miedo de salir de sus casas; viajar era muy
peligroso.
La palabra de Dios llega a través de Débora a un hombre
de Neftalí llamado Barac. El mensaje que recibe es que va a dirigir la rebelión
contra Sísara. La respuesta de Barac es: "Si tú fueres conmigo, yo
iré" (Jueces 4, 8). Todos tenían miedo de Sísara, incluso Barac. Débora
aceptó acompañar a Barac, aunque también profetizó que el honor de la victoria
sería para una mujer, no para Barac (Jueces 4, 9).
Cuando llegó el momento de la batalla, Dios volvió a
hablar a través de Débora, para que Barac reuniera a sus fuerzas. Los
israelitas se enfrentaron al ejército de Sísara, y Dios les dio la victoria. El
poderoso Sísara fue derrotado por la mano de una mujer, tal como dijo Débora.
Mientras el comandante estaba descansando después de la batalla, una mujer
llamada Jael le clavó una estaca de la tienda en la cabeza.
¿Qué
podemos aprender de la vida de Débora?
Podemos ver que lo que importa es el poder de Dios,
independientemente del instrumento que decida utilizar. Hombre o mujer, fuerte
o débil, confiado o inseguro – todos son fuertes cuando son movidos por el
Espíritu de Dios y llenos de Su fuerza. También podemos ver en Débora una
imagen del tierno cuidado de Dios por Su pueblo. Como una madre cuida a sus
hijos, así Débora guio a Israel (Jueces 5, 7).
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