Sara, aunque
ya estaba entrada en años, abandonó todo para vivir el resto de su vida en
tiendas de campaña. Ella permaneció siempre al lado de su esposo, Abraham,
apoyándolo. Sara creyó a Dios, y con 90 años, vio realizado su sueño de tener
un hijo. Dios llenó su corazón de alegría.
Sara dijo entonces: "Dios me ha hecho reír, y todos los que se enteren de que he tenido un hijo se reirán conmigo." Génesis 21,6
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